domingo, 14 de octubre de 2012

Bonsái de mirto




La estrategia clásica empleada en el cultivo de bonsái, con el objetivo de alcanzar troncos de 5  a 10 cm de diámetro en pocos años, es su cultivo previo en jardín. Si el árbol crece durante 10 ó 12 años en el suelo, acompañado de los trabajos propios de bonsái, cuando se trasplanta a una maceta para su transformación definitiva, ya tiene un tronco de considerables proporciones.

Algo parecido, aunque no premeditado, hice con un mirto que llevaba en una maceta como planta ornamental en mi terraza unos cinco años. A comienzos de primavera, al ver que como planta de terraza no prosperaba, decidí quitarla y comprobar si su estructura me permitiría seguir cultivándolo como bonsái. Efectivamente, después de una poda que me permitió ver sus ramas, comprobé que se podía cultivar como un bonsái multitronco, a medias entre un en estilo balsa o ikadabuki, es decir con múltiples árboles saliendo de un tronco tumbado que hace de base, y en estilo de raíz reptante o netsuranari, donde los troncos sales de una raíz  suficientemente extendida como para dar imagen de bosque.

Procedía a podar sus raíces de forma notable para ajustarla a una macera de entrenamiento y a recortar sus ramas en consonancia, conservando las más útiles. Dejé siempre una parte verde al final de cada rama, aunque el mirto, como buen seto, reverdece de la madera dura.

 

Tras la poda de raíces


El miro, (Myrtus communis) también conocido como arrayán, es un arbusto perennifolio y aromático, de follaje compacto que alcanza el porte de un pequeño árbol de hasta 5 m de fuste. Las hojas son pequeñitas, ideales para un bonasí, opuestas, lanceoladas, de color verde oscuro por el haz y más claro por el envés, con glándulas oleíferas transparentes en el limbo foliar. Florece en primavera con flores blancas, solitarias sobre largos pedúnculos axilares, con cinco pétalos y cinco sépalos, muy aromáticas de 1 a 2 cm de ancho. El fruto es una baya comestible redondeada de 1 a 1,5 cm de diámetro, de color azul oscuro pruinoso al madurar, acompañado del cáliz en la parte superior. El aceite de sus hojas, flores y frutos es aromático por lo que se emplea en perfumería.

El aspecto que tenía el mirto tras cortar algunos de sus troncos y ramas



Ya en su maceta de entrenamiento



Generalmente se cultiva como arbusto ornamental formando setos, dada su facilidad a reverdecer después de las podas; de arrayan son muchos de los setos de la Alhambra en Granada. La planta fue muy famosa en la antigüedad, cuando se consideraba símbolo del amor y de la belleza, y por ello se usaban coronas de mirto para homenajear a los campeones olímpicos. Aunque tiene un simbolismo mitológico, ya que era una de las plantas consagradas a la diosa Afrodita, con la aparición del cristianismo se siguió  utilizando, esta vez con su sentido de pureza y fidelidad, para coronar a los nuevos cristianos o representar a la Virgen como símbolo de virginidad.



Su cultivo por semillas, que se obtienen de sus bayas en el mes de septiembre, es fácil, pero también se puede cultivar por esquejes. Sin embargo, lo más fácil es hacerse con una planta ya crecida en un vivero y correctamente seleccionada, para cultivarla en un proceso acelerado como bonsái (ver las entradas anteriores). En general es un arbusto fácil de cultivar y muy agradecido, que admite podas, trasplantes y alambrado.
 

Tras una primera poda de diseño, una vez seleccionados de ramas y brotes, y alambrado


Aspecto a finales del verano

Este invierno lo abonaré para fortalecerlo de cara a la primavera, ya que pretendo pasarlo directamente a una maceta ancha y baja de bonsái. El árbol está fuerte y la especie admite ese trasplante rápido.


Imagen que pretendo alcanzar el año próximo