domingo, 3 de marzo de 2013

Trasplante de un pino piñonero


El 11 de junio de 2011 puse una entrada en el blog sobre el trabajo que estaba realizando en un pino piñonero, recuperado de la naturaleza en 2006. El trabajo en estos dos últimos años ha seguido y ha fructificado.

Como las raíces se han desarrollado bien desde el último trasplante (basta con mover el tronco del árbol para ver lo bien que está arraigado), creo que puedo pasarlo a una maceta más baja, que entiendo que es más adecuada para su estructura. La ortodoxia del bonsái dice que la altura de la maceta debe coincidir con la anchura del tronco. No es que me preocupen reglas tan rígidas, pero es evidente que la actual es demasiado alta y es poco armónica con el conjunto; la actual ha cumplido con su función durante estos años permitiendo que el árbol se desarrollara de una forma controlada.

En esta foto se ven las dos macetas. Evidentemente no será un trabajo muy complicado, ya que la nueva, aunque es más baja, tiene un gran volumen.

El cepellón es bastante compacto y habrá que desenredarlo bien. Como se trata de un árbol recuperado, puede quedar tierra original del monte, inadecuada para el desarrollo de las raíces. En un primer momento no la quité para proteger las raíces originales; ahora debería hacerlo.

El trabajo de “peinado” del cepellón suele ser largo. En ese proceso pude ver cómo, efectivamente, quedaba tierra original, que he tratado de quitar por completo. También he visto que quedan dos gruesas raíces enredadas con el resto. No me atrevo  a cortarlas pues no soy capaz de ver cuántas raicillas dependen de ellas. Prefiero dejarlas ya que no estorban, ni condicionando la profundidad del nuevo cepellón.

Es importante usar bien el palillo para asegurar que en el futuro se aireen bien todas las raíces, incluso las que están cerca del tronco. Los palillos chinos con punta son muy adecuados para esa labor, ya que son suficientemente resistentes y al tiempo no dañan las raíces.

La mezcla será de arena y akadama, porque aún creo que el árbol debe desarrollarse, fundamentalmente en el ápice que sigue sin formarse del todo.

Cuando termino de rellenar con la mezcla y me aseguro de que está llegando bien a todas partes entre las raíces, punzando con el palillo, dejo una capa superficial de arena y coloco sobre ella el musgo que asegurará que se mantenga húmedo el substrato.

Habrá que seguir trabajando el nebari, engordando las raíces que salen del sitio correcto y eliminar poco a poco las inadecuadas; será un trabajo de años.

El resultado es acertado, y espero que en esta primavera pueda seguir mejorando el perfil del árbol y la densidad de las ramas con nuevas subramificaciones.

Aquí se puede ver una evolución del pino desde que lo recuperé.