COMO CREAR UN BONSÁI EN POCO TIEMPO
Los bonsái son creaciones lentas por definición. Necesitamos
de muchos años para ver los frutos del trabajo. Hay un dicho japonés que dice
que un hombre cultiva un bonsái para que lo disfrute su nieto.
Sin embargo, si podemos acelerar algunos de los pasos precisos
en el cultivo y disfrutar del bonsái también nosotros, pues es de agradecer.
Yo utilizo un sistema que me permite tener un bonsái razonablemente
formado en poco tiempo. Para ello, lo que hago es buscar en viveros árboles que
se vendan como ornamentales o frutales para jardín. Suelen costar poco dinero,
entre 10 y 30 eurosy de estos árboles puede salir un bonsái en poco tiempo.
Para poder hacerlo hay que buscar árboles que ya tengan un
diámetro aceptable, entre dos a cinco centímetros en la base. Si el tronco fuera
más grande resultaría difícil de trabajar y, si fuera más delgado, prácticamente
sería un simple plantón que no ayudaría mucho. El cultivo desde semilla, algo
que he hecho durante muchos años, nos obliga a esperar más de una década para obtener
algún resultado, aunque con la gran ventaja de poder controlar perfectamente el desarrollo de sus raíces y ramas.
Con este procedimiento ya estamos trabajando la forma del árbol desde el primer
momento y en uno o dos años tenemos un agradable embrión de bonsái, aunque sin
el mencionado control de raíces y ramas.
Para seleccionar correctamente el árbol hay que fijarse en varios aspectos:
En primer lugar, la hoja, que debe ser susceptible de empequeñecerse con el
trabajo posterior. Las hojas compuestas no son muy recomendables aunque yo
tengo varios bonsái de hoja compuesta muy atractivos, como arces negundos o
glicinias. Los de hoja muy grande también son difíciles de trabajar, aunque con
técnica y paciencia también se puede conseguir empequeñecerla. Escribí en el
blog sobre como reduje la hoja de un castaño de indias.
En segundo lugar, y lo más importante, los árboles deben
tener ramas que salgan de la parte baja del tronco; esas ramas se cortarían inmediatamente
en un árbol ornamental de jardín, pero por el contrario serán para nosotros las primeras ramas
del bonsái. Hay que verlas e imaginarse el bonsái cuando cortemos la parte más
alta del árbol que hemos comprado, dejando 30 ó 40 cm, para que alguna pueda convertirse
en el ápice, y otras sean las primeras ramas que tenga nuestro bonsái.
Este avellano podría ser un árbol adecuado por la zona donde empieza a ramificar
El tercer punto serían las raíces, pero esto es muy difícil
de ver en el vivero, y, por lo tanto, es necesario arriesgarse y corregirlas una vez que
limpiemos el cepellón.
Las
imágenes que muestro a modo de ejemplo, son de un tulípero de Virginia (Liriodendron tulipifera)
que encontré hace unos días.
Recién comprado
Cortando la maceta de plástico
Con el cepellón al descubierto. Se ven muchas raíces sanas.
Lo primero que hay que hacer al llegar a casa es descubrir las raíces, porque sin saber a qué profundidad nacen no podremos elegir las ramas que vamos a dejar para el bonsái. Hay que intentar que salgan todas a la misma altura, para que se pueda crear el futuro nebari y con suficientes raíces pequeñas como para que prospere. No hay que tener miedo de cortar el resto, porque si no, nos arrepentiremos en el futuro, cuando tengamos un bien desarrollo aéreo y una mala base.
Las raíces podadas y limpias.
Una vez elegidas las raíces limpiaremos bien la tierra que traía originalmente. Incluso si fuera necesario, por ser muy arcillosa, con la manga. Lo importante es que la podamos sustituir por un sustrato de bonsái adecuado; yo utilizo akadama y arena al 50%.
Después, y a la vista de la altura entre la primera rama y las raíces, ya podremos imaginarnos la altura final del árbol y proceder al corte de la parte que nos sobre. En general quedará una herida grande que hay que rebajar bien y cubrir con pasta selladora para que cicatrice rápidamente.
Podemos alambrar ligeramente las ramas externas y esperar a su desarrollo. Desde ese momento ya podemos disfrutar trabajándolo y en uno o dos años ya se verá un bonsái
Base de arena y akadama
Una vez cortada la parte superior
Las raices ya cubiertas con la mezcla
Vista del corte
Apurando bien el corte
El corte rebajado y con la pasta selladora
Aspecto final del tulípero. Dentro de unas semanas publicaré otra foto de cómo está evolucionando.
Este año ya había preparado de este modo un lilo (Syringa vulgaris). La planta original no era muy alta, lo que facilitaba el trabajo.
El lilo (Syringa vulgaris) al comprarlo y recién transformado
Algunos de los árboles de mi colección los he formado de ese
modo. Por ejemplo, un madroño (Arbutus unedo), un manzano (Malus halliana), un ciprés
de los pantanos (Taxadium distichum), un haya (Fagus sylvatica), un arce orón (Acer opalus), un árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica) y un arce
palmado (Acer palmatun); casi todo ellos llevan más de 5 años trabajados como
bonsái.
El haya (Fagus sylvatica)
El madroño (Arbutus unedo), después de la primera poda y eliminación de todas la hojas, nada más comprarlo, y en la actualidad
El arce orón (Acer opalus). Todavía hay que corregirle un engrosamiento muy poco adecuado en el tronco.
El árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica)
El ciprés de los pantanos (Taxadium distichum)
El manzano (Malus halliana), empezando a florecer en primavera
El arce palmado (Acer palmatun) con su color otoñal
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