El bonsái no
es un árbol que reproduce en miniatura la imagen de ese árbol en la naturaleza,
lo que hace es mejorarlo. No admitimos en un bonsái una estructura de ramas
inadecuada, unas proporciones incorrectas o una hoja desproporcionada; el
bonsái saca lo mejor que puede tener un árbol sin perder de ningún modo su
esencia.
Aunque, por
tanto, en sí mismo un bonsái ya debe ser un elemento que aportará belleza a un
espacio, en ocasiones nos gusta colocar algún elemento complementario sobre él
o a su lado para que le dé un toque diferente; son los objetos de acento, una
planta, una piedra o figuras de una persona, un animal, un puente o un
edificio.
Desde un
punto de vista muy ortodoxo no deberían emplearse pero yo no me encuentro nunca
en una ortodoxia muy cerrada y sí los empleo. Para mí, además, sirven para
recordar un viaje, un lugar o una situación. Cuando por la mañana me acerco a
ver los bonsái y veo una de esas figuras siempre me transporto al momento en el que lo adquirí. Aquí voy a mostrar algunos de los
que yo uso.
Esta figurita es un netsuke. Los netsuke son piezas empezadas
a diseñar en Japón en el siglo XVII para un uso muy práctico. Dado que los
kimonos no tienen bolsillos, si quieren llevar algún objeto es necesario usar
una bolsa, las sagemono, que cuelgan del cinturón. Esa bolsa tiene como
cierre un netsuke. Éste lo compré en una exposición de esas piezas en el Museo Británico de Londres (30 mm).
Este diminuto ratón (12 mm) también es un netsuke. Tuve la ocasión de comprarlo en el Museo Nacional de Tokio.
Este jabalí es el tercer netsuke que tengo. Mide 32 mm de altura y también lo compré en Japón.
Este
conjunto budas sonrientes, quizá de las imágenes decorativas más clásicas que
se pueden encontrar sobre temas orientales, las compré en un mercadillo, casi
regaladas, en Katmandú (60 mm).
Ésta es una tortuga-dragón china de madera que compré en China (35 mm). Combina dos de los elementos mitológicos chinos más importantes, el cuerpo de tortuga y la cabeza de dragón. Es un adorno feng-shui positivo y debe estar mirando a la ventanas si está en un interior. Al ser de madera se deteriora con la intemperie, pero eso también le da carácter.
Ésta es otra tortuga-dragón, en este caso de bronce, más grande. La tengo colocada entre las macetas. También la adquirí en China (75 mm).
Esta tortuga es de un material sintético, por lo que aguanta mejor la intemperie (15 mm).
Otro dragón de madera (40 mm) en este caso japonés. Los dragones japoneses
son deidades del agua y a diferencia de los chinos no tienen alas, sólo fauces
y garras. Éste tiene la cabeza apoyada en el suelo y las patas traseras en
alto.
Ésta es una reproducción de uno de los más de 7500 guerreros, con
características propias, que hay en el mausoleo de Qin Shi Huang, en
Xian; es uno de los guerreros arrodillados. A pesar de ser pequeña (120 mm)
es demasiado grande para estar en un bonsái y la tengo entre dos macetas. La
compré justamente en Xian.
Ésta es la figura de un búfalo de agua vietnamita (Bubalus bubalis) que compré
en un viaje a Vietnam. También lo tengo entre macetas porque mide 75 mm.
Otra figura grande que compré en la India para decorar el conjunto. Se
trata de la diosa Ganesha, de la mitología hinduista. Aquí está representada
sobre su vehículo habitual, una rata gigante que representa los deseos mundanos, los cuales Ganesha es capaz
de gobernar a su antojo. Tiene cuatro brazos y en cada uno tiene uno de
sus atributos, que son muchos, pero no soy capaz de distinguir bien los
objetos.
Dos figuras de budas sentados, también un clásico.
Ésta es una de las figuras habituales que se venden para decorar los
bonsái, en este caso se trata de un pescador. Hace tiempo perdió su caña y se
la sustituí por un báculo, pero sigo colocándolo delante de una lámina de mica
que hace de estanque donde pescar (35 mm).
El resto de las figuras ya no tienen ese marcado carácter oriental, pero
también son bonitas.
Dos lagartijas, que por su tamaño y ser reptantes se adaptan muy bien a lo árboles (18 mm).
Un gato de bronce comprado en Roma (25 mm). Roma es la ciudad de los gatos
y me parece razonable representarla en mi colección con un gato.
También de Italia, de Florencia es este jabalí, que
recuerda al existente en la fuente del Pocellino, junto a la logia del Mercado
Nuevo y el Ponte Vecchio (25 mm)
Un oso Grizzli (Ursus arctos
horribilis) de madera, que con 600 kg de peso y sus 2,4 m de altura
cuando se pone rampante se convierte en el oso más grande del planeta (35 mm).
Lo compré cuando fui a visitar el bosque de secuoyas gigantes (Sequoia sempervirens) que hay en
Sausalito, cerca de San Francisco.
De Egipto, esta representación en metal de la gata Bastet, que representa la protección,
el amos y la armonía, y de la hipopótamo Tueris, hija de Ra y representante de
la fertilidad (30 mm).
Finalmente, una pareja de osos panda de porcelana de 20 mm.
También coloco entre los bonsái pequeñas plantas de acento, en mini macetas
que van desde los 20 a los 40 mm de altura.