Siempre me ha gustado experimentar
con nuevas especies para cultivarlas como bonsái, incluso aquellas que aparentemente
van a ser difíciles. En ocasiones lo hago con la técnica que ya he expuesto en
este blog, en la que partiendo de un plantón correctamente seleccionado en un vivero
se puede obtener un pre bonsái rápido sobre el que trabajar de una forma
gratificante. Pero en muchas otras ocasiones he trabajado desde semillas.
Imagen del árbol en abril de 2014, con su primera
floración. En esta ocasión las hojas no han sido recortadas aún, como se puede
ver.
Éste es el caso de la Wisteria
sinensis, la glicinia de China. Es una especie procedente de EE.UU., China,
Corea y Japón que crece magníficamente en nuestros jardines. De una planta
grande de mi terraza obtuve semillas que planté y de las que obtuve varios
retoños en la primavera de 2006. Decidí cultivarlas con estilos y tamaños
distintos, desde árboles colgantes a poco más que mame bonsái.
La glicinia tiene el gran inconveniente
de que desarrolla hojas compuestas de más de 10 parejas de foliolos muy largas.
Esto resulta muy antiestético en un bonsái, incluso cuando se trata de un
bonsái de gran porte. No obstante me parecía un reto intentarlo, ya que había
tenido éxito con fresnos y arces negundos, que también tienen hojas compuestas.
La glicinia en una maceta de enteramiento, adquiriendo el
aspecto de un árbol llorón. Las ramas de la glicinia se moldean con facilidad
tanto con alambrado como con cables y tirantes.
Un aspecto positivo de la glicinia
es que se cultiva muy bien desde semillas, con un éxito muy elevado de germinación,
y que tiene un crecimiento suficientemente rápido y enérgico como para poder empezar
a trabajarla en poco tiempo. Cultivadas en tierra pueden crecer, cuando son ejemplares
jóvenes, hasta un metro anual.
El mayor encanto de este árbol
son sus flores lilas en racimo, que salen a principio de primavera, incluso
antes que las hojas. Aunque la teoría dice que un ejemplar obtenido de semillas
tardará algo más de una decena de años hasta empezar a florecer, yo he tenido
éxito antes de ese plazo. He elegido uno de los ejemplares que tengo para
mostrarlo porque este año, 8 años después de plantar la semilla, ha dado varios
racimos de flores, mostrando su hermosura durante unas pocas semanas. Aún en
este momento en el que escribo se mantienen las flores en el árbol.
Dada su tendencia a crecer rápidamente
hacia arriba decidí cultivarlo como un árbol llorón, no exactamente al estilo
cascada o kengai, ya que las ramas caen por igual en todas las direcciones. Fui
curvando ramas según se iban desarrollando desde el momento que alcanzaban la
altura que había decidido que fuera la definitiva en su cultivo.
El crecimiento
rápido del árbol hace que una correcta estructura de raíces un año, al siguiente
se ha convertido en una maraña de ramas entrecruzadas con un crecimiento desordenado.
Necesito trasplantar estos árboles cuando son jóvenes todos los años y
reordenar sus raíces. Incluso es necesario, como se ve en la foto, recortar
alguna raíz gruesa que está creciendo donde no debe.
Las raices crecen ordenadamente y hay que darles tiempo a
que adquieran protagonismo y formen un buen nebari (2012).
Para permitir que la luz llegue
al interior del árbol, dada la densidad que puede generar las hojas múltiples
de este árbol, las recorto dejando tres o cuatro parejas de foliolos nada más
en cada una. De esta forma el árbol queda más equilibrado y la luz permite un
crecimiento equilibrado de las múltiples yemas que produce.
Una foto de marzo de 2012, en la mceta que tiene
actualmente. Las hojas se han recortado mantenido un par de parejas de
foliolos.
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