Cuando empecé a cultivar bonsáis
mi gran duda eran siempre los calendarios, cuando había que hacer una cosa u
otra. Los pocos libros a los que podía acceder en esos momentos hablaban de
unas fechas que siempre me provocaban dudas al no saber si eran extrapolables a
todos los climas o a todos los árboles.
Después de muchos años me he dado
cuenta de que son los árboles los que te van diciendo cuál es su ritmo. No hay
reglas fijas, ni siquiera con el mismo árbol, que de un año a otro puede
cambiar sus necesidades.
En cualquier caso, por si puede
ayudar a alguien, y evitarle los problemas que yo tuve en su momento, escribo
cuáles son las reglas generales que sigo, para un clima de latitudes medias,
mediterráneo con influencias continentales, a 40 º de latitud norte, que es el
mío.
Dado que escribo esto en otoño, empezaré por esta estación.
Cuando los árboles de hoja caduca
pierdan sus hojas será el momento de retirar los alambres que aún permanezcan
en las ramas. En algunas especies dejar los alambres durante el invierno puede suponer que retiren la
savia y se sequen.
A
desalambrar
En ese momento, o poco después,
empiezo a podar. Es la poda para recuperar la forma que hayan podido perder en
el verano, para acortar las ramas
muy largas y dejarlas sólo con dos o tres yemas, para quitar las ramas secas o
las que han salido en sitios inadecuados. Con esta poda, que es importantísima,
se preparan los árboles para que, al brotar en primavera, lo hagan como nosotros queremos.
A la espera
de la poda que recortará las ramas muy largas y mantendrá su forma
Hay que quitar también las semillas para que no reduzcan la fuerza al árbol, sobre todo de la rama donde se encuentran. Durante el verano han dado una imagen muy atractiva al árbol. Aquí se ven las vainas de unas wisteria
También
conviene quitar los frutos que han adornado el árbol, como estas manzanitas…
…o estos
higos, que me comeré
A lo largo del otoño o del invierno doy una nueva capa protectora a la madera seca que estoy
trabajando como jin. Si hay alguna
nueva rama adecuada para jin, la pulo
primero con varios tipos de lija hasta darle la forma deseada y dejar una
superficie lisa, antes del tratamiento.
Al llegar el invierno el trabajo es menor. Limpio la superficie del musgo, lo
recorto y aseguro que se desarrolle bien, incluso en las zonas que se secaron
durante el verano, para poder usarlo
otro año más. El musgo, aunque parezca seco, se puede recuperar bien para que
siga protegiendo la humedad del sustrato en los veranos calurosos y secos, y
esto hay que hacerlo en invierno
hidratándolo bien. También es el momento de un abonado continuo que fortalezca
al árbol de cara al nuevo periodo vegetativo.
A la
izquierda de la maceta, el musgo, quizá por el exceso de agua, se ha
desarrollado de una forma excesiva. Tengo que recortarlo para se mantenga la
superficie de la maceta uniforme
Cuando llega la primavera, o simplemente cuando empiezo
a ver que las yemas se hinchan y se abren (algunos árboles lo hacen muy pronto),
es cuando empieza el trabajo principal. Lo primero retiro los restos de abono.
En este momento no conviene abonar porque lo único que haría sería fomentar el
desarrollo de ramas con internudos largos y hojas grandes, dos cosas
indeseadas. También es el momento en el que yo empiezo el trasplante. ¿Qué
árboles hay que trasplantar y cuáles no? ¿Todos los años todos? Es muy fácil.
La regla dice que los árboles en formación se trasplantan todos los años y los
consolidados cada tres o cuatro años. Cierto, pero también hay que fijarse en
sus signos. Por ejemplo si la superficie de la tierra ha subido por el empuje
de las raíces eso es que es necesario el trasplante. Si no penetra bien el agua
de riego, también, la tierra está demasiado compacta. Si durante la primavera anterior el árbol ha estado tontón,
con poca vitalidad, y las ramas no han crecido como en otras ocasiones, también
puede ser un motivo para el trasplante. Finalmente ante la duda, sacamos con
cuidado en cepellón y si se desmorona en parte, no hace falta trasplantar, hay
espacio para más raíces y agua, sin embargo, si está duro y compacto, casi como
si no necesitara de la maceta, hay que trasplantarlo. Cuando digo trasplante no
me refiero necesariamente a cambiarlo de maceta, me refiero a un recorte de las
raíces, de un tercio habitualmente, para que pueda volver a plantarse en la
misma maceta. Sin embargo, tal vez el crecimiento del árbol, su altura y
proporciones, el desarrollo de su nebari,
que casi no deja superficie libre en la maceta, o simplemente que no hayamos
podido hacer una poda de raíces tan profunda como era necesaria, nos puede
obligar a buscar otra maceta, en general más grande, pero tal vez sólo de una
proporción diferente. El bonsái es un ser vivo que cambiará con el paso del
tiempo y nosotros tendremos que adaptarnos a este hecho. No hay que pensar que
siempre va quedar con una forma y tamaño fijos.
La
superficie de la tierra ha subido empujada por el desarrollo excesivo de las raíces.
Hay que recortarlas
Ya metida la primavera, cuando empiezan a crecer las ramas habrá que alambrarlas
para orientarlas como nosotros queremos, pinzar o cortar los desarrollos muy
largos continuamente, quitar las yemas que quieren abrirse en lugares inadecuado,
completamente arriba o debajo de una rama, en un lado del tronco donde no queremos
ninguna rama más, o justo al lado de otro rama. Está labor hay que hacerla
durante toda la primavera y durante
el verano. Sí no lo hacemos el árbol
puede perder su forma completamente. Cuando el árbol ha desarrollado todas sus ramas
volvemos a abonar. Hay que revisar las ramas alambradas constantemente porque sí
aumentan su grosor el alambre se les clavará.
La labor del verano es de control, evitar los crecimientos inadecuados, los alambres
que se clavan, un número de semillas o frutos excesivos, malas hierbas sobre la
superficie del musgo o del sustrato, etc. Las plagas también pueden aparecer en
verano. Yo suelo fumigar regularmente
(tratamiento preventivo de poca concentración) con un producto multifunción,
insectos, ácaros y hongos. Lo aplico cada quince días aproximadamente, pero si veis
algún problema específico habrá que usar el plaguicida específico.
Algunos
árboles exigen un pinzado y recortado de brotes continuos, como en esta
cupresácea
Y hasta el otoño siguiente.
Los árboles de hoja perenne, las
coníferas en particular, pero también madroños o naranjos, o algunos de hoja
caduca como las hayas o los castaños de indias, siguen reglas diferentes de las
que ya he hablado o hablaré en alguna otra entrada.
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