El nebari es el arranque aéreo de las
raíces, lo que queda a la vista. El nebari más acertado y atractivo es el que tiene
sus las raíces creciendo en todas las direcciones por igual, creando una base
continua, como si fuera un plato, sobre el que se asienta el árbol. Esa
estructura da solidez visual al árbol y permite ver la transición entre la
tierra, ancha, el tronco, trapezoidal y el ápice, puntual.
Pero no es fácil conseguirlo. El
diseño de las ramas da más posibilidades; si alguna no se desarrolla correctamente
siempre habrá otra que usar como alternativa, si se seca el ápice siempre
podremos hacer que otra rama se convierta en la punta superior del árbol.
Con las raíces no es tan fácil. Si no
crece ninguna raíz hacia un lado del árbol, salvo que injertemos una, no será
posible hacer nada. Cuando estamos cultivando un árbol desde semilla podemos
intentar que las raíces se orienten bien desde el principio, pero ni así tendremos
seguridad de que haya raíces en todas las direcciones o que no se seque alguna
con el paso de los primeros años de formación.
Si el árbol se ha recuperado de la
naturaleza o se ha trasformado desde un plantón obtenido en un vivero, aún es
más complejo, porque no hemos controlado el proceso inicial de formación de
esas raíces. Lo normal es que no se hayan podido ver las raíces y será una
sorpresa cuando empecemos a limpiar el cepellón y aparezcan.
Entre mis bonsái hay algunos que
tienen unos nebari de los que estoy muy orgulloso, pero hay otros que no son
especialmente buenos. Muestro a continuación algunos de ellos.
Éste es el nebari de un almez, un Celtis australis, en el que las raíces
salen en todas las direcciones de una forma muy equilibrada (20 cm).
Éste es un arce burgueriano, un Acer
buergerianum. Aquí la raíz es una pieza compacta dando esa sensación
de plato que antes mencionaba (16 cm).
En éste, un frenso, Fraxinus excelsior, hay buenas raíces
pero, aunque está formado desde semilla, hay alguna una que tiende a girar y a enredarse
con las otras; la que se ve en el frente es demasiado grande en relación al
resto (20 cm).
Éste es el nebari de un abedul, Betula pendula. Aunque las raíces no sean
muy grandes, la estructura es muy buena y mejorará con el tiempo (15 cm).
Este árbol es un arce campestre, Acer campestris, que cultivé desde
semilla. Tiene más de 30 años de cultivo. Como lo empecé en un momento en el
que mi experiencia era pequeña y casi todo era autoaprendizaje, no organicé
bien las raíces y hay alguna que gira y se cruza con otras. A pesar de ello son
enormes, porque desde hace muchos años las fui sacando a la superficie, y la
impresión que da el nebari es muy buena (23 cm).
Aquí muestro el nebari de una picea, Picea abies, que cultivo también desde
hace más de tres décadas partiendo de un plantón. No pude organizar las raíces
y a pesar de mis intentos durante todos estos años no he podido evitar que
hacia el lado izquierdo no haya ninguna. En casos como este hay que corregir
visualmente el defecto. Tengo colocada una piedra rugosa de un color y textura similar
a las del tronco que simula la raíz y
evita percibir ese desequilibrio (14 cm real y 19 en apariencia).
En éste árbol, un arce palmado, Acer palmatum, las raíces son gruesas y
potentes pero crecen de una forma alocada. Se trataba de un árbol ornamental de
jardín que transformé en bonsái. Las raíces ya eran grandes cuando lo hice y no
había forma de mejorarlas (30 cm).
Aquí, en este madroño, Arbutus unedo, sin ser grandes raíces se
repartes bien y proporcionan una base al árbol visualmente sólida (19 cm).
Y éste es el mejor nebari que tengo.
Se trata de un arce negundo, Acer negundo,
cultivado desde semilla, con las raíces bien distribuidas y formando esa base
en forma de plato que siempre busco (29 cm).
Éstas son las raíces de dos olmos
urbanos, Ulmus pumila. Aunque las
semillas de estos olmos germinas con mucha facilidad, el desarrollo del árbol
como bonsái deja mucho que desear. El árbol crece sano y yo tengo estos dos
ejemplares, uno obtenido como un esqueje del otro, desde hace muchos años, pero
las ramas salen largas y casi sin ramificar, por lo que es muy difícil formar
un buen bonsái Las raíces en estos casos son raíces áreas en parte, es decir
levantadas de la tierra, que se cruzan, en ocasiones y con una distribución muy
rara. En la última foto dan el aspecto de un animal, de un bicho, tal vez del facehugger
de la película Alien (15 y 16 cm).
Este otro arce campestre, Acer campestris, tiene unas raíces bien
organizadas y en el futuro serán muy potentes (16 cm).
Lo que muestro aquí es un mirto, Myrtus communis, un arbusto que tenía
como planta ornamental y que convertí en bonsái. Cuando descubrí las raíces vi
que salían varios troncos desde una base común. A eso se llama bonsái en balsa
(20 cm).
Lo mismo hice con este árbol de
Júpiter, Lagerstroemia indica, que
tenía varios troncos de los que salen unas raíces delgadas pero bonitas que le
aportan carácter (18 cm).
Este arce palmado, Acer palmatum, generó unas raíces muy fuertes
pero verticales, casi sin desarrollo horizontal (11 cm).
Estas son las raíces de uno de los dos ginkgo, Ginkgo biloba, que tengo. El ginkgo es un fósil viviente y el único ejemplar de su especie. Sus raíces subterráneas son muy diferentes a las del resto de los árboles que conozco.
Éste es el nebari de una morera. Se trata de un árbol que empezó a crecer espontáneamente en una maceta; tal vez algún pájaro trajo la semilla. Como las raíces que pude ver al extraerla eran muy malas, utilicé una técnica especial para crear nuevas raíces sin cortar las antiguas. Se trata de rodear el tronco a la altura del punto donde se quieren obtener las raíces con una alambre que se clave en la madera. Al no poder subir los nutrientes desde más abajo que esta obstrucción, el árbol empieza a formar nuevas raíces por encima del alambre. En este caso funcionó muy bien y salieron raíces en todas las direcciones, como se puede ver; cuando están aseguradas las nuevas raíces se corta en tronco justo por debajo. Pero la morera se desarrolla muy lentamente, y esa raíces, al igual que el tronco y que la ramas crecen muy despacio, y después de varios años casi no han engordado.
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