Lo que voy a mostrar en esta entrada son los trabajos que
estoy realizando con un Tulipero de Virginia (Liriodendron tulipifera).
Los liriodendron o tulíperos,
son un género de la familia de las magnolias. Dentro de este género sólo hay
sólo dos especies de árboles grandes de hoja caduca, uno nativo de la costa este
de EE.UU., donde es el árbol oficial de los estados de Indiana, Kentucky y Tennessee,
y otro en China.
Estos árboles se reconocen fácilmente por sus grandes y
características hojas de cuatro lóbulos. Son hojas caducas que antes de caer en
el otoño toman un atractivo tono amarillento. El gran tamaño de la hoja y de su
peciolo iban a ser los principales problemas del cultivo de esta especie.
El tulípero ha sido siempre un árbol que me ha atraído por la
singularidad de su hoja, que semeja el perfil de un tulipán abierto, pero del
que nunca se ha hecho ningún bonsái, que yo sepa. Lo tenía que intentar.
Para intentarlo, en el comienzo de la primavera de 2012 busqué
un ejemplar adecuado en los viveros que suelo frecuentar. Encontré finalmente
un ejemplar joven y alto, con ramas suficientemente bajas como para usarlas en
el bonsái como primeras ramas, y una ramificación alta también potencialmente
aprovechable. Como siempre, en estos casos la mayor duda estaba en las raíces,
que no se pueden ver hasta desenterrarlas, algo que no te dejan hacer en el vivero.
En esta foto, con el tulípero recién comprado, se ve como
crecen ramas desde muy abajo del tronco, algo imprescindible para esta
transformación de un árbol de vivero en bonsái, y como había suficiente
ramificación alta como para ser
aprovechada.
Corté la maceta y descubrí un mazo de raíces densas y sanas.
Fui recortando cuidadosamente las raíces, manteniendo el
equilibrio para que hubiera desarrollo por todos los lados del tronco. Lo
primero tuve que cortar las más gruesas pivotantes que salían justo por el
centro. Hacer esto es muy importante porque esas raíces nunca se verán en el nebari, y si no se eliminan pronto luego
no habrá forma de colocar el futuro al árbol en las poco profundas macetas de
bonsái.
A continuación busqué una maceta de entrenamiento adecuada
para las raíces que había conservado, un 20% de las que traía originalmente del
vivero. A veces da miedo recortar tanto, pero no suele ser un problema si las
que dejamos están sanas, y reducimos la parte aérea del árbol en una proporción
similar.
Coloqué una base de arena para asegurar un buen drenaje y
rellené el resto de la maceta con akadama
de grano grueso.
Aseguré con un palillo que la akadama se metiera perfectamente entre todas las raíces, sin dejar
huecos.
Finalmente deje por el exterior las raíces que me iban a
servir en el futuro para formar el nebari,
razonablemente bien repartidas por el perímetro del tronco, y cubrí la akadama con musgo para mantener bien la
humedad del sustrato. Aunque no había muchas raíces a esa altura del tronco,
las que conservé estoy seguro de que en el futuro crecerán gruesas y bien
repartidas.
Ya con el árbol en posición empecé a hacer los cortes de la
parte aérea. Preferí hacerlo en ese momento, y no antes de cortar las raíces,
porque quería ver la imagen que podría ir dando sabiendo ya el arranque del
tronco.
Lo primero que hice fue cortar el tronco central en el
arranque de una rama menor lateral, que en el futuro formaría un tronco de
sección decreciente, grueso abajo, delgado arriba, en un corto recorrido. Lo
hice con varios cortes sucesivos; si se quiere hacer de una vez siempre cabe el
riesgo de que dañemos la imprescindible rama que hemos dejado al lado y que
será el arranque del futuro ápice.
Después de ajustar el corte con la tijera cóncava, protegí
la cicatriz con pasta selladora.
A continuación recorté parcialmente las ramas que había
dejado.
El resultado era una rama central que haría de tronco, con
varios brotes laterales, y dos ramas bajas que, como bien se sabe, son lo más
importante en el diseño de un bonsái.
Después de alambrarlas me di cuenta de que el tronco era
demasiado largo y que podía recortarlo aún más. Siempre es mejor hacerlo en
varias tandas que no hacerlo de golpe y luego arrepentirse.
Ese mismo año, a lo largo del verano, el árbol brotó
perfectamente de todas las ramas que había mantenido. Sin embargo, ya empezaba
a ver el problema que tendría en el cultivo, el tamaño de las hojas que era
enorme, pero lo que era peor, el tamaño del peciolo de la hoja, que casi
parecía una pequeña rama y que llevaba la hoja en cualquier dirección.
Procedía a aplicar una de las técnicas clásicas para reducir
el tamaño de las hojas, que es el defoliado completo. Sin embargo eso provocaba
que las yemas finales, muy potentes en esta especie, desarrollaran de nuevo
hojas igual de grandes. He probado con este sistema durante varios años,
incluso con dos y tres defoliados en una temporada, otros árboles no lo habrían
soportado, pero el tulipero es muy vital y lo aguanta, pero volvían a formarse
hojas igual de grandes que las de la primera brotación. Está claro que el
problema estaba en el tipo de yema terminal que no se ve afectada.
En este año de 2017 he probado con una nueva estrategia. A
principios de año, pocos meses antes de que brotara de nuevo, procedí a una
poda de ramas en las que eliminé todas las yemas. Sólo dejé la madera dura. La
vitalidad el árbol me hacía suponer que no habría ningún problema.
Efectivamente, al comienzo de la primavera el árbol empezó a brotar, no de la
parte terminal de la rama, sino de toda ella, generando en la misma rama 2, 3 y
hasta 4 brotes. Estos brotes se pueden considerar débiles y el resultado es una
hoja mucho más pequeña que la original. Lo he puesto a pleno sol para que el
tamaño de la hoja tampoco necesite aumentar, ya que recibe suficiente radiación,
y he moderado el riego y el abonado, por el mismo motivo.
Aquí se ven algunos de esos brotes laterales, aflorando y ya
con hojas.
El aspecto del árbol es claramente mejor, con una imagen más
equilibrada entre el porte, la envergadura y las hojas. A pesar de ellos
algunas hojas aún son más granes de lo deseable; las cortaré, pero no sólo la hoja,
sino también la yema donde se encuentra dejando las hojas de la rama más
cercanas al tronco que suelen ser más pequeñas. Si de esa rama vuelven a salir
hojas, la yema que tendrá que desarrollar será más débil. Creo que a lo largo
del verano crecerán aún algo más las ramas y podré poner en el blog una foto
otoñal con sus hojas amarillentas.
Este año no defoliaré las hojas, creo que el esfuerzo que ha
hecho el árbol es más que suficiente, me limitaré a controlar las yemas y no
dejar que ninguna se hinche en exceso.
En estos cinco años lo he mantenido en la misma maceta de
entrenamiento que puse al principio. Dado el corte radical de raíces no ha sido
necesario hacer un trasplante antes. Las raíces crecen sanas, y al año que
viene seguiré con la estrategia empleada este año y lo trasplantaré a una
maceta más adecuada.
COMENTARIO AÑADIDO AL FINAL DEL VERANO
Los brotes han prosperado estupendamente y las hojas han quedado sorprendentemente pequeñas en comparación con las de otros años; creo que puedo reducirlas aún más. Tengo que pensar si al año próximo debo volver a aplicar la misma técnica, que podría llevar a que algunas ramas murieran, o dejarlas crecer para que prosperen, y esperar a la siguiente temporada. ya veré que hago.
COMENTARIO AÑADIDO AL FINAL DEL VERANO
Los brotes han prosperado estupendamente y las hojas han quedado sorprendentemente pequeñas en comparación con las de otros años; creo que puedo reducirlas aún más. Tengo que pensar si al año próximo debo volver a aplicar la misma técnica, que podría llevar a que algunas ramas murieran, o dejarlas crecer para que prosperen, y esperar a la siguiente temporada. ya veré que hago.
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