sábado, 27 de junio de 2020

Mis bonsai del confinamieto


Voy a mostrar en esta entrada el estado actual de algunos de mis árboles. Ya mostré imágenes de varios al comienzo de la primavera, sobre todo los de flor, que era cuando estaban más bonitos; esos no los repetiré ahora.

Éste es un pino de 5 agujas (Pinus pentaphylla) de pequeño tamaño (20 cm).

Éste es uno de mis favoritos, un arce burgeueriano (Acer buergerianum) con un gran nebari. Al año próximo quiero trasplantarlo a una maceta un poco más larga, pero de la misma profundidad.
Éste es un arce campestre (Acer campestris) de 36 años. El año pasado perdió la segunda rama, la que saldría hacía la derecha, y ahora lo estoy reformando con esta nueva imagen.

Éste es un arce palmado (Acer palmatum)

Otro arce, un arce aurea.

Uno de los dos gynko biloba que tengo. Éste lo cultivo desde 1982

Éste es el segundo. Trabajarlos como bonsái es complicado porque su ramificación es pobre. En la mayor parte de las ocasiones la yema se abre con un desarrollo de 2 o 3 mm nada más.  Lo tengo desde1984, tras plantar una semilla.

Un abedul (Betula pendula) semi arrastrado por el viento. Perdió el ápice y estoy formando otra rama para que actué de remate; la cosa va bien.

Una morera de muchos años, sin embargo, aunque ramifica bien y da moras todas las temporadas, el tronco no engorda practicante nada.


Un olmo de 30 años. Los olmos crecen desde semillas de una forma sencillísima, pero luego su ramificación es caótica. Es muy difícil que produzcan ramas laterales, y si lo consiguen pueden secarse al año siguiente.

Un arce negundo (Acer negundo). Esta variedad de arce es de hoja compuesta muy larga, lo que lo hace complicado de cultivar. A pesar de ello ha desarrollado el mejor nebari de todos los árboles de mi colección. En los años anteriores perdió algunas de las ramas importantes, pero, aunque no las ha recuperado, el aspecto general ha mejorado mucho. Este año, tras un buen abonado, lo sometí a un defoliado completo, (incluyo una foto el aspecto que tenía en ese momento) para buscar nueva ramificación y hojas más pequeñas, y parece que ha funcionado. Tiene 38 años.


Este es un pino piñonero (Pinus pinea) que recuperé de la naturaleza en el año 2006; he puesto la primera foto que le hice al árbol cuando lo traje a casa.

Éste es el árbol más antiguo de mi colección. Es una picea que estoy cultivando desde 1980, cuando compré un plantón de vivero, de unos 5 o 6 años, que me pareció que tenía posibilidades y aquí está el resultado. Todos los años limpio las ramas que se secan y pinzó sus brotes en primavera.

De lo más reciente. Un bosque de cipreses obtenidos de las semillas que produce un ciprés que tengo en la terraza.

Un fresno (Fraxinus angustifolia). Tiene muchos años, 38 exactamente, y le cuesta crear nuevas y largas ramas. Brota con facilidad del tronco pero no se desarrollan demasiado estos brotes. Es cuestión de paciencia.

Un castaño de indias. Gracias a una técnica que he desarrollado, sus hojas son maravillosamente pequeñas, de unos 5 cm nada mas, frente a los 30 o 40 cm de los árboles que crecen en las calles. Lo cultivo desde una semilla desde 1980.

Un ciprés de los pantanos. Este año se secaron muchas ramas; han quedado los yin como recuerdo. Sin embargo el aspecto que tiene ahora me gasta más, es más duro, más natural.




sábado, 25 de abril de 2020

Glicinia en flor


Ya tengo toda la sucesión de fotos de la glicinia en flor. Aún tienen que crecer las hojas y las ramas. Cuando la glicinia florece, casi hasta que no se han caído todas las flores, no empiezan a salir las hojas y a crecer las ramas, por lo que aún tiene que cambiar la imagen del árbol ese año.
El 16 de abril de 2014, hace 6 años, subí una entrada con otra glicinia en flor. En 2006 había obtenido varias glicinias desde semillas y esa era la primera vez que florecía una de ellas. Hasta este año no había vuelto a tener flores, aunque fue en otro de los árboles.
Foto de 2014 

Primeras imágenes de la glicinia, todavía en su maceta de entrenamiento, con el aspecto semi colgante que le quise dar desde el principio a todas las glicinias que prosperaron, ya que desarrollan unas ramas muy largas.



Sucesión de fotos de 2020 de la segunda glicinia que ha florecido.

 
 
 
 
 
 

El árbol ya está en su maceta definitiva, una maceta alta para que se pueda potencial su aspecto colgante. En esta última foto se ven a la derecha flores de la glicinia madre, de la que obtuve las semillas. Ahora ya se le han caído las flores y empezarán a crecerle las nuevas ramas del año.

domingo, 12 de abril de 2020

Elementos de acento en un bonsái



El bonsái no es un árbol que reproduce en miniatura la imagen de ese árbol en la naturaleza, lo que hace es mejorarlo. No admitimos en un bonsái una estructura de ramas inadecuada, unas proporciones incorrectas o una hoja desproporcionada; el bonsái saca lo mejor que puede tener un árbol sin perder de ningún modo su esencia.

Aunque, por tanto, en sí mismo un bonsái ya debe ser un elemento que aportará belleza a un espacio, en ocasiones nos gusta colocar algún elemento complementario sobre él o a su lado para que le dé un toque diferente; son los objetos de acento, una planta, una piedra o figuras de una persona, un animal, un puente o un edificio. 
Desde un punto de vista muy ortodoxo no deberían emplearse pero yo no me encuentro nunca en una ortodoxia muy cerrada y sí los empleo. Para mí, además, sirven para recordar un viaje, un lugar o una situación. Cuando por la mañana me acerco a ver los bonsái y veo una de esas figuras siempre me transporto al momento en el que lo adquirí. Aquí voy a mostrar algunos de los que yo uso.


 
 

Esta figurita es un netsuke. Los netsuke son piezas empezadas a diseñar en Japón en el siglo XVII para un uso muy práctico. Dado que los kimonos no tienen bolsillos, si quieren llevar algún objeto es necesario usar una bolsa, las sagemono, que cuelgan del cinturón. Esa bolsa tiene como cierre un netsuke. Éste lo compré en una exposición de esas piezas en el Museo Británico de Londres (30 mm).


 
 
Este diminuto ratón (12 mm) también es un netsuke. Tuve la ocasión de comprarlo en el Museo Nacional de Tokio.

 
Este jabalí es el tercer netsuke que tengo. Mide 32 mm de altura y también lo compré en Japón.

 
 

Este conjunto budas sonrientes, quizá de las imágenes decorativas más clásicas que se pueden encontrar sobre temas orientales, las compré en un mercadillo, casi regaladas, en Katmandú (60 mm).


 
 Ésta es una tortuga-dragón china de madera que compré en China (35 mm). Combina dos de los elementos mitológicos chinos más importantes, el cuerpo de tortuga y la cabeza de dragón. Es un adorno feng-shui positivo y debe estar mirando a la ventanas si está en un interior. Al ser de madera se deteriora con la intemperie, pero eso también le da carácter.

Ésta es otra tortuga-dragón, en este caso de bronce, más grande. La tengo colocada entre las macetas. También la adquirí en China (75 mm).

Esta tortuga es de un material sintético, por lo que aguanta mejor la intemperie (15 mm).


Otro dragón de madera (40 mm) en este caso japonés. Los dragones japoneses son deidades del agua y a diferencia de los chinos no tienen alas, sólo fauces y garras. Éste tiene la cabeza apoyada en el suelo y las patas traseras en alto.




Ésta es una reproducción de uno de los más de 7500 guerreros, con características propias, que hay en el mausoleo de Qin Shi Huang, en

Xian; es uno de los guerreros arrodillados. A pesar de ser pequeña (120 mm) es demasiado grande para estar en un bonsái y la tengo entre dos macetas. La compré justamente en Xian. 


Ésta es la figura de un búfalo de agua vietnamita (Bubalus bubalis) que compré en un viaje a Vietnam. También lo tengo entre macetas porque mide 75 mm.



Otra figura grande que compré en la India para decorar el conjunto. Se trata de la diosa Ganesha, de la mitología hinduista. Aquí está representada sobre su vehículo habitual, una rata gigante que representa los deseos mundanos, los cuales Ganesha es capaz de gobernar a su antojo. Tiene cuatro brazos y en cada uno tiene uno de sus atributos, que son muchos, pero no soy capaz de distinguir bien los objetos.

Dos figuras de budas sentados, también un clásico.


Ésta es una de las figuras habituales que se venden para decorar los bonsái, en este caso se trata de un pescador. Hace tiempo perdió su caña y se la sustituí por un báculo, pero sigo colocándolo delante de una lámina de mica que hace de estanque donde pescar (35 mm).

El resto de las figuras ya no tienen ese marcado carácter oriental, pero también son bonitas.


Dos lagartijas, que por su tamaño y ser reptantes se adaptan muy bien a lo árboles (18 mm).


Un gato de bronce comprado en Roma (25 mm). Roma es la ciudad de los gatos y me parece razonable representarla en mi colección con un gato.



También de Italia, de Florencia es este jabalí, que recuerda al existente en la fuente del Pocellino, junto a la logia del Mercado Nuevo y el Ponte Vecchio (25 mm)



Un oso Grizzli (Ursus arctos horribilis) de madera, que con 600 kg de peso y sus 2,4 m de altura cuando se pone rampante se convierte en el oso más grande del planeta (35 mm). Lo compré cuando fui a visitar el bosque de secuoyas gigantes (Sequoia sempervirens) que hay en Sausalito, cerca de San Francisco.



De Egipto, esta representación en metal de la gata Bastet, que representa la protección, el amos y la armonía, y de la hipopótamo Tueris, hija de Ra y representante de la fertilidad (30 mm).



Finalmente, una pareja de osos panda de porcelana de 20 mm.
 También coloco entre los bonsái pequeñas plantas de acento, en mini macetas que van desde los 20 a los 40 mm de altura.