miércoles, 2 de mayo de 2012


COMO CREAR UN BONSÁI EN POCO TIEMPO


Los bonsái son creaciones lentas por definición. Necesitamos de muchos años para ver los frutos del trabajo. Hay un dicho japonés que dice que un hombre cultiva un bonsái para que lo disfrute su nieto.

Sin embargo, si podemos acelerar algunos de los pasos precisos en el cultivo y disfrutar del bonsái también nosotros, pues es de agradecer.

Yo utilizo un sistema que me permite tener un bonsái razonablemente formado en poco tiempo. Para ello, lo que hago es buscar en viveros árboles que se vendan como ornamentales o frutales para jardín. Suelen costar poco dinero, entre 10 y 30 eurosy de estos árboles puede salir un bonsái en poco tiempo.

Para poder hacerlo hay que buscar árboles que ya tengan un diámetro aceptable, entre dos a cinco centímetros en la base. Si el tronco fuera más grande resultaría difícil de trabajar y, si fuera más delgado, prácticamente sería un simple plantón que no ayudaría mucho. El cultivo desde semilla, algo que he hecho durante muchos años, nos obliga a esperar más de una década para obtener algún resultado, aunque con la gran ventaja de poder controlar perfectamente  el desarrollo de sus raíces y ramas. Con este procedimiento ya estamos trabajando la forma del árbol desde el primer momento y en uno o dos años tenemos un agradable embrión de bonsái, aunque sin el mencionado control de raíces y ramas.

Para seleccionar correctamente el  árbol hay que fijarse en varios aspectos:

En primer lugar, la hoja, que debe ser susceptible de empequeñecerse con el trabajo posterior. Las hojas compuestas no son muy recomendables aunque yo tengo varios bonsái de hoja compuesta muy atractivos, como arces negundos o glicinias. Los de hoja muy grande también son difíciles de trabajar, aunque con técnica y paciencia también se puede conseguir empequeñecerla. Escribí en el blog sobre como reduje la hoja de un castaño de indias.

En segundo lugar, y lo más importante, los árboles deben tener ramas que salgan de la parte baja del tronco; esas ramas se cortarían inmediatamente en un árbol ornamental de jardín, pero por el contrario serán para nosotros las primeras ramas del bonsái. Hay que verlas e imaginarse el bonsái cuando cortemos la parte más alta del árbol que hemos comprado, dejando 30 ó 40 cm, para que alguna pueda convertirse en el ápice, y otras sean las primeras ramas que tenga nuestro bonsái.
Este avellano podría ser un árbol adecuado por la zona donde empieza a ramificar

El tercer punto serían las raíces, pero esto es muy difícil de ver en el vivero, y, por lo tanto,  es necesario arriesgarse y corregirlas una vez que limpiemos el cepellón.
Las imágenes que muestro a modo de ejemplo, son de un tulípero de Virginia (Liriodendron tulipifera) que encontré hace unos días.


Recién comprado

Cortando la maceta de plástico

Con el cepellón al descubierto. Se ven muchas raíces sanas.

Lo primero que hay que hacer al llegar a casa es descubrir las raíces, porque sin saber a qué profundidad nacen no podremos elegir las ramas que vamos a dejar para el bonsái. Hay que intentar que salgan todas a la misma altura, para que se pueda crear el futuro nebari y con suficientes raíces pequeñas como para que prospere. No hay que tener miedo de cortar el resto, porque si no, nos arrepentiremos en el futuro, cuando tengamos un bien desarrollo aéreo y una mala base.

Las raíces podadas y limpias.

Una vez elegidas las raíces limpiaremos bien la tierra que traía originalmente. Incluso si fuera necesario, por ser muy arcillosa, con la manga. Lo importante es que la podamos sustituir por un sustrato de bonsái adecuado; yo utilizo akadama y arena al 50%.
Después, y a la vista de la altura entre la primera rama y las raíces, ya podremos imaginarnos la altura final del árbol y proceder al corte de la parte que nos sobre. En general quedará una herida grande que hay que rebajar bien y cubrir con pasta selladora para que cicatrice rápidamente.
Podemos alambrar ligeramente las ramas externas y esperar a su desarrollo. Desde ese momento ya podemos disfrutar trabajándolo y en uno o dos años ya se verá un bonsái

 Base de arena y akadama

 Una vez cortada la parte superior

  Las raices ya cubiertas con la mezcla

  Vista del corte

 Apurando bien el corte

El corte rebajado y con la pasta selladora
 Aspecto final del tulípero. Dentro de unas semanas publicaré otra foto de cómo está evolucionando.

Este año ya había preparado de este modo un lilo (Syringa vulgaris). La planta original no era muy alta, lo que facilitaba el trabajo.

 
 El lilo (Syringa vulgaris) al comprarlo y recién transformado





Algunos de los árboles de mi colección los he formado de ese modo. Por ejemplo, un madroño (Arbutus unedo), un manzano (Malus halliana), un ciprés de los pantanos (Taxadium distichum), un haya (Fagus  sylvatica), un arce orón (Acer opalus), un  árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica) y un arce palmado (Acer palmatun); casi todo ellos llevan más de 5 años trabajados como bonsái.
El haya (Fagus sylvatica)

El madroño (Arbutus unedo), después de la primera poda y eliminación de todas la hojas, nada más comprarlo, y en la actualidad 

El arce orón (Acer opalus). Todavía hay que corregirle un engrosamiento muy poco adecuado en el tronco.

El árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica)

 El ciprés de los pantanos (Taxadium distichum)

 El manzano (Malus halliana), empezando a florecer en primavera
El arce palmado (Acer palmatun) con su color otoñal


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