domingo, 19 de octubre de 2014

Calendario del bonsái


Cuando empecé a cultivar bonsáis mi gran duda eran siempre los calendarios, cuando había que hacer una cosa u otra. Los pocos libros a los que podía acceder en esos momentos hablaban de unas fechas que siempre me provocaban dudas al no saber si eran extrapolables a todos los climas o a todos los árboles.

Después de muchos años me he dado cuenta de que son los árboles los que te van diciendo cuál es su ritmo. No hay reglas fijas, ni siquiera con el mismo árbol, que de un año a otro puede cambiar sus necesidades.

En cualquier caso, por si puede ayudar a alguien, y evitarle los problemas que yo tuve en su momento, escribo cuáles son las reglas generales que sigo, para un clima de latitudes medias, mediterráneo con influencias continentales, a 40 º de latitud norte, que es el mío.

Dado que escribo esto en otoño, empezaré por esta estación.

Cuando los árboles de hoja caduca pierdan sus hojas será el momento de retirar los alambres que aún permanezcan en las ramas. En algunas especies dejar los alambres durante el invierno puede suponer que retiren la savia y se sequen.

 
 

A desalambrar

En ese momento, o poco después, empiezo a podar. Es la poda para recuperar la forma que hayan podido perder en el verano, para acortar las ramas muy largas y dejarlas sólo con dos o tres yemas, para quitar las ramas secas o las que han salido en sitios inadecuados. Con esta poda, que es importantísima, se preparan los árboles para que, al brotar en primavera, lo hagan como nosotros queremos.
 

A la espera de la poda que recortará las ramas muy largas y mantendrá su forma

 
Hay que quitar también las semillas para que no reduzcan la fuerza al árbol, sobre todo de la rama donde se encuentran. Durante el verano han dado una imagen muy atractiva al árbol. Aquí se ven las vainas de unas wisteria
 
También conviene quitar los frutos que han adornado el árbol, como estas manzanitas…
 

…o estos higos, que me comeré

A lo largo del otoño o del invierno doy una nueva capa protectora a la madera seca que estoy trabajando como jin. Si hay alguna nueva rama adecuada para jin, la pulo primero con varios tipos de lija hasta darle la forma deseada y dejar una superficie lisa, antes del tratamiento.

Al llegar el invierno el trabajo es menor. Limpio la superficie del musgo, lo recorto y aseguro que se desarrolle bien, incluso en las zonas que se secaron durante el verano, para poder usarlo otro año más. El musgo, aunque parezca seco, se puede recuperar bien para que siga protegiendo la humedad del sustrato en los veranos calurosos y secos, y esto hay que hacerlo en invierno hidratándolo bien. También es el momento de un abonado continuo que fortalezca al árbol de cara al nuevo periodo vegetativo.
 

A la izquierda de la maceta, el musgo, quizá por el exceso de agua, se ha desarrollado de una forma excesiva. Tengo que recortarlo para se mantenga la superficie de la maceta uniforme

Cuando llega la primavera, o simplemente cuando empiezo a ver que las yemas se hinchan y se abren (algunos árboles lo hacen muy pronto), es cuando empieza el trabajo principal. Lo primero retiro los restos de abono. En este momento no conviene abonar porque lo único que haría sería fomentar el desarrollo de ramas con internudos largos y hojas grandes, dos cosas indeseadas. También es el momento en el que yo empiezo el trasplante. ¿Qué árboles hay que trasplantar y cuáles no? ¿Todos los años todos? Es muy fácil. La regla dice que los árboles en formación se trasplantan todos los años y los consolidados cada tres o cuatro años. Cierto, pero también hay que fijarse en sus signos. Por ejemplo si la superficie de la tierra ha subido por el empuje de las raíces eso es que es necesario el trasplante. Si no penetra bien el agua de riego, también, la tierra está demasiado compacta. Si durante la primavera anterior el árbol ha estado tontón, con poca vitalidad, y las ramas no han crecido como en otras ocasiones, también puede ser un motivo para el trasplante. Finalmente ante la duda, sacamos con cuidado en cepellón y si se desmorona en parte, no hace falta trasplantar, hay espacio para más raíces y agua, sin embargo, si está duro y compacto, casi como si no necesitara de la maceta, hay que trasplantarlo. Cuando digo trasplante no me refiero necesariamente a cambiarlo de maceta, me refiero a un recorte de las raíces, de un tercio habitualmente, para que pueda volver a plantarse en la misma maceta. Sin embargo, tal vez el crecimiento del árbol, su altura y proporciones, el desarrollo de su nebari, que casi no deja superficie libre en la maceta, o simplemente que no hayamos podido hacer una poda de raíces tan profunda como era necesaria, nos puede obligar a buscar otra maceta, en general más grande, pero tal vez sólo de una proporción diferente. El bonsái es un ser vivo que cambiará con el paso del tiempo y nosotros tendremos que adaptarnos a este hecho. No hay que pensar que siempre va quedar con una forma y tamaño fijos.
 

La superficie de la tierra ha subido empujada por el desarrollo excesivo de las raíces. Hay que recortarlas

Ya metida la primavera, cuando empiezan a crecer las ramas habrá que alambrarlas para orientarlas como nosotros queremos, pinzar o cortar los desarrollos muy largos continuamente, quitar las yemas que quieren abrirse en lugares inadecuado, completamente arriba o debajo de una rama, en un lado del tronco donde no queremos ninguna rama más, o justo al lado de otro rama. Está labor hay que hacerla durante toda la primavera y durante el verano. Sí no lo hacemos el árbol puede perder su forma completamente. Cuando el árbol ha desarrollado todas sus ramas volvemos a abonar. Hay que revisar las ramas alambradas constantemente porque sí aumentan su grosor el alambre se les clavará.

La labor del verano es de control, evitar los crecimientos inadecuados, los alambres que se clavan, un número de semillas o frutos excesivos, malas hierbas sobre la superficie del musgo o del sustrato, etc. Las plagas también pueden aparecer en verano. Yo suelo fumigar regularmente (tratamiento preventivo de poca concentración) con un producto multifunción, insectos, ácaros y hongos. Lo aplico cada quince días aproximadamente, pero si veis algún problema específico habrá que usar el plaguicida específico.
 

Algunos árboles exigen un pinzado y recortado de brotes continuos, como en esta cupresácea

Y hasta el otoño siguiente.

Los árboles de hoja perenne, las coníferas en particular, pero también madroños o naranjos, o algunos de hoja caduca como las hayas o los castaños de indias, siguen reglas diferentes de las que ya he hablado o hablaré en alguna otra entrada.

 

 

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